La actual situación hidrológica en el mundo precisa un cambio estratégico. De hecho, la crisis del agua ya es considerada por el Foro Económico Mundial como una de las principales amenazas para el planeta. La sequía, los movimientos migratorios, el crecimiento de la población, y la ineficiente gestión del recurso son algunos de los vectores de un problema relevante que afecta directamente a la seguridad hídrica de la población. Ante este panorama, no se debe permitir, por ejemplo, perder hasta 350 billones de litros de agua dulce al día solo en fugas de redes de abastecimiento. De hecho, la presión sobre el recurso no hace más que aumentar: la ONU señala que se espera que la demanda del agua crezca hasta un 55% en 2050.
Al mismo tiempo, el citado informe pone el foco en la gestión ineficiente de los recursos hídricos que se da en muchos países, siendo uno de los principales impulsores de “la degradación ambiental, incluyendo el agotamiento de los acuíferos, la reducción de los flujos fluviales, la degradación de los hábitats de vida silvestre y la contaminación”.
Por ello, la planificación hídrica, entendida como el instrumento fundamental para la correcta regulación y asignación de los recursos hídricos disponibles, adquiere cada vez un mayor protagonismo, y debe ser el punto de partida de cualquier plan de acción en este campo. Una herramienta que pone el foco en el aprovechamiento racional y en la correcta gestión de los recursos, y que cada vez más, encuentra en la tecnología un punto de apoyo para dar respuesta a los desafíos que se presentan.
La tecnología, impulsora de la planificación
Disponer de información en tiempo real, accesible y fiable, que nos permita conocer y evaluar el estado de los recursos disponibles, es el primer estadio que debe asegurarse cuando hablamos de planificación hídrica. En este sentido, la tecnología se ha convertido en un aliado fundamental. En el sector del agua, por ejemplo, posibilitará la aparición de un escenario caracterizado por la información en tiempo real. En este sentido, y sabedoras de la importancia de los datos hoy en día, además de las Tecnologías de Información y Comunicaciones (TIC), las gestoras de agua están comenzando a emplear diferentes sistemas y tecnologías: redes de sensorización en campo e infraestructuras, Sistemas de Información Geográfica (GIS), teledetección, o los sistemas SCADA, son algunos de los ejemplos de tecnologías que se han ido implantando de manera exitosa en los últimos años, y que se potenciarán con la irrupción del IoT a escala masiva y el empleo de técnicas de Inteligencia Artificial.
De hecho, el Banco Mundial también aboga por el uso de la tecnología de cara a reforzar la seguridad hídrica. Tanto es así, que subraya que es “imprescindible explorar inversiones en tecnologías innovadoras para mejorar la productividad, conservar y proteger los recursos”, y ya señala como tecnología en auge los sistemas de información para la monitorización de recursos.
Otro de los puntos en los que la tecnología está siendo cada vez más demandada, reside en el control las fugas, uno de los principales retos de la seguridad hídrica. La Asociación Internacional del Agua (IWA) estima que, aproximadamente, se pierden 350.000 millones de litros de agua potable al día por esta causa. Por este motivo, cada vez más, las gestoras están implementando mejoras tecnológicas -como la instalación de sensórica a lo largo de la red, asociadas a sistemas de detección de fugas- para tener un mayor control sobre las mismas, y aumentar la eficiencia de los sistemas de abastecimiento.
Tendencias de la planificación hídrica para el 2023
Las mismas causas que están impulsando la planificación hídrica, (demografía, población, cambio climático, etc.), son las que están motivando que, cada vez más, se estén implementando acciones que permitan un consumo más sostenible de los recursos hídricos. En este sentido, cabe destacar las siguientes líneas de trabajo:
a) Monitorización y gestión eficiente de acuíferos: tal y como señala la UNESCO, las aguas subterráneas suponen el 99% de la totalidad del agua en estado líquido. De estas, el 25% del agua que se extrae se destina al riego mientras que la mitad del agua destinada a uso doméstico también es de origen subterráneo.
Por esta razón, los acuíferos son un recurso clave por el que se está apostando en la actualidad en muchos lugares del mundo, aunque la creciente presión sobre el recurso los sitúa en riesgo de sobreexplotación. Además, en muchos casos se constata un insuficiente conocimiento de los recursos disponibles, y una notoria falta de redes de control. Una gestión sostenible y eficiente de los mismos requiere disponer de sistemas de control basados en extensas redes de sensorización. Estas proporcionan información en tiempo real de los niveles y parámetros de calidad más importantes de las masas de agua, permitiendo además su integración con los sistemas de control de aguas superficiales, en aquellos casos en los que se realice una gestión conjunta de ambos tipos de recursos.
b) Aumento de la eficiencia de los sistemas de distribución: se debe hacer hincapié una vez más en este aspecto, como prioridad de cualquier política de planificación hídrica. El aumento de la eficiencia del uso del recurso puede ser una palanca efectiva que permitirá cumplir el resto de los objetivos buscados: un menor consumo redundará en una mayor disponibilidad de recurso, aumentando la seguridad hídrica y que este sea más accesible, reduciendo los costes de distribución y tratamiento de los caudales servidos.
c) Reúso: en un mundo con recursos hídricos decrecientes, se ha de girar la vista hacia las posibilidades de reúso del agua como alternativa. Las ventajas de este enfoque son innegables: valorizar los procesos de saneamiento y depuración del agua (hablamos de potenciar la economía circular en el ciclo integral del agua), disminuir la huella hídrica y de carbono de muchas de nuestras actividades, y mejorar la seguridad hídrica de aquellos consumos donde sea viable el empleo de recursos reciclados. Aquí el desafío es doble, asegurar no solo la cantidad sino también la calidad del efluente a reusar.
d) Uso de recursos no convencionales: sin lugar a duda, el uso de recursos no convencionales (donde, por su importancia, destaca la desalación) se ha convertido en una tendencia necesaria en la planificación hídrica. Su gran hándicap, esto es, los altos costes de implantación y operación, pueden mitigarse mediante el empleo, una vez más, de la tecnología. Acompañando a las mejoras técnicas en los procesos en los últimos años (nuevos sistemas de membranas, recuperación de energía, equipos más eficientes, etc.), el empleo de técnicas de machine learning y de gemelos digitales en las plantas (combinados con sistemas automáticos o de apoyo a la operación), aplicados al ingente flujo de datos que proporcionan las plantas en operación, ofrece grandes posibilidades. Estas incluyen la optimización de procesos, permitiendo una reducción de costes y de la huella energética de esta clase de recursos, que lo hagan más accesible y sostenible ambientalmente.
e) Sistemas de información para pronósticos y alertas hidrometeorológicos: otra de las tendencias a tener en cuenta es la aplicación de sistemas que permiten monitorizar y alertar de posibles eventos extremos. Hay que tener en cuenta que la gestión frente a episodios extremos, como las sequías e inundaciones, es una parte fundamental de los procesos de planificación hídrica. En esta área, el empleo eficaz de la información disponible, tanto histórica como en tiempo real, y su análisis (empleando técnicas de análisis hidrológico clásico, enfoques basados en el empleo de herramientas de data science, o una combinación de ambos), es clave para mejorar la toma de decisiones en entornos desafiantes para así conservar y proteger los recursos.
f) Sistemas de información al ciudadano: este es un aspecto que se debe empezar a introducir gradualmente en las políticas de planificación hídrica. Gracias a los avances tecnológicos es posible acceder a herramientas que faciliten información directa a los usuarios de manera ágil y directa. Disponer de datos referentes a sus consumos y ahorros obtenidos por la aplicación de medidas específicas como la gamificación, junto a información básica de los recursos disponibles (niveles de embalses, etc.), puede ser una herramienta complementaria a las medidas de planificación más tradicionales.
Por tanto, el objetivo es ofrecer nuevas perspectivas y planteamientos desde el punto de vista tecnológico, a un aspecto básico en la gestión del ciclo integral del agua, como es una adecuada planificación hídrica. Máxime, cuando el escenario no tan lejano del ciclo del agua demanda soluciones sostenibles que pueden potenciarse en gran medida, gracias al grado de transformación digital de las empresas.